En los Salmos, David medita sobre cómo, en tiempos de angustia e inestabilidad, Dios mismo es la única fuente de esperanza y descanso. Sea cual sea la gente que conspira contra él, sus planes son en última instancia, temporales y transitorios. Por el contrario, Dios se asemeja a una roca inquebrantable a la que David puede recurrir en su dolor y su ansiedad. Así que David elige simplemente esperar que Dios responda con un amor leal.
A veces nuestra angustia y ansiedad son causadas por circunstancias trágicas que traen pérdida o humillación. Es difícil no culpar a Dios, o al menos frustrarse con él. El poeta aquí se lamenta de que Dios haya permitido que tal dolor entre en su vida, pero no abandona la esperanza. Más bien, elige esperar pacientemente en anticipación a que Dios responda con un amor leal. Confía en que la aparente ausencia de Dios no es permanente sino temporal.
Pablo invita a los seguidores de Jesús a ver su propio sufrimiento y dificultad como una expresión del gemido de toda la creación sobre la muerte y la decadencia. Pero para Pablo, la resurrección de Jesús como rey de la nueva creación significa que toda la creación será liberada y restaurada algún día. Es sólo por la paciente espera y la resistencia que esta esperanza se convierte en dadora de vida mientras esperamos la redención de toda la creación.