Esta semana reflexionamos sobre la historia del exilio de Israel en Babilonia, cuando el pueblo de Dios perdió todo lo que conocía y amaba y se vio obligado a entrar en un mundo desconocido.
Uno de los temas más difíciles que enfrentan los cristianos de cualquier cultura o época es cómo apoyar, resistir o participar en las estructuras de poder gobernantes de su época. ¿Deberían los seguidores de Jesús apoyar cualquier movimiento político que sea o no religioso? ¿Cuáles son los peligros de unir nuestra lealtad a Jesús con la lealtad a cualquier nación o gobierno? La religión y la política son temas muy cargados en la mayoría de las culturas, y muchos nos preguntamos si la Biblia tiene algo de sabiduría que ofrecernos mientras navegamos por esta tensión.
Daniel y sus amigos son exiliados a Babilonia y obligados a servir en la corte real de Babilonia. Han perdido todo lo que conocen y aman y se ven forzados a un mundo desconocido. Fíjese en el equilibrio que logran entre la resistencia y la cooperación, demostrado por su adhesión a las leyes alimentarias israelitas. Daniel está dispuesto a servir a Babilonia, pero no cuando se requiere un compromiso para servir a su Dios.
Pero viene en forma de una narración, no de una serie de órdenes directas. La Biblia cuenta la historia del propósito de Dios de gobernar el mundo a través de sus criaturas portadoras de imágenes. La imagen del “hogar” de la humanidad es un templo-jardín-montaña en el Edén, donde administramos el mundo de Dios y fomentamos su belleza en una asociación armoniosa con nuestro Creador. Y todo esto suena increíble hasta que los humanos se rebelan y crean reinos que elevan su propia sabiduría y valores que exigen una lealtad total. En la Biblia, la imagen clave que simboliza la autonomía y la rebelión humana es la ciudad de Babilonia, introducida en el Génesis 11.
Para el resto de la historia bíblica, la imagen de la humanidad atrapada en el exilio babilónico se convierte en un tema dominante. Abraham y su familia son llamados a salir de esta región para viajar a la nueva tierra prometida, pero sus últimos descendientes terminan de vuelta en el exilio babilónico después de una larga historia de rebelión. Y allí en Babilonia, encontramos muchos libros de la Biblia que se centran en la paradójica situación del pueblo de Dios…
Jeremías escribe una carta a una comunidad de israelitas recientemente exiliados en Babilonia. Les anima a asentarse y construir comunidades que busquen el bienestar de sus captores. Deben buscar la paz y la armonía, no porque se hayan rendido, sino por su audaz esperanza de que Dios los rescate y los devuelva a la tierra prometida algún día.
¿Deberían retirarse y enclaustrarse en un santuario, o deberían participar en la cultura de Babilonia para convertirse en agentes de bendición de Dios? Los libros de Jeremías y Daniel ofrecen una perspectiva sorprendente al contarnos historias de israelitas que fueron tanto leales como subversivos a Babilonia. Ofrecieron sus mejores esfuerzos para buscar el bienestar de Babilonia, mientras que también criticaban y resistían su idolatría de poder.
Pedro se dirige a los seguidores de Jesús en el imperio romano, pero los llama sacerdotes de Dios que viven en el exilio. Los llama a distanciarse del sistema de valores de la cultura que los rodea, mientras que al mismo tiempo son fieles a Dios y a los que los rodean.
Cuando nos dirigimos al Nuevo Testamento, encontramos a Jesús adoptando esta misma postura y mentalidad hacia las estructuras de poder de Roma e Israel en su época, y enseñó a sus discípulos a hacer lo mismo. Por eso Pedro en su primera carta llama a los seguidores de Jesús “extranjeros y exiliados”, y dice que la “iglesia está en Babilonia” (1 Pedro 1:1). Y cuando habla de cómo los cristianos deben relacionarse con los poderes gobernantes de su tiempo, describe una forma de vida que es similar a las historias de Daniel y Jesús (1 Pedro 2:13-25)
Los seguidores de Jesús ofrecen su última lealtad a su Rey resucitado, y deben criticar cualquier reino que exalte sus propios valores y poder al lugar de Dios. Pero al mismo tiempo, deben buscar la paz y ofrecer sus mejores esfuerzos a las comunidades en las que viven. Esta es la lealtad y la subversión energizada por la esperanza de que un día el Rey Jesús regrese y reemplace nuestras “Babilonias” con su Reino eterno.
Aunque la Biblia no da una respuesta sencilla a este complejo conjunto de cuestiones, nos da una historia para vivir mientras buscamos ser leales a Jesús y su Reino.